Vivían en el corazón
de la ciudad de México, en un edificio antiguo, pero muy cómodo. Desde que lo
rentaron, y en cuanto los dejaron solos, cerraron la puerta e hicieron el amor, ahí en el suelo sin muebles a su al rededor. Innovaron este acto en la azotea, en la
cocina, bañándose, en todos lados; en cuanto llegó la cama, bueno…era una época
de amor celestial con un toque de pasión animal.
Todas las noches antes de ir a dormir, ella hacía la cena.
Fumaban un poco antes de visitar el lecho, y se entregaban otra vez a sus actos hasta
quedar exhaustos. Se regocijaban, dormían abrazados y apaciguados por su amor. Los levantaba el ruido de las campanas de la catedral. Él hacía el
desayuno, la mayor parte de las veces, hot cakes para ella, o cereal, no eran
los más diestros en la cocina, pero si lo hacían todo con cariño.
Desde hace unas semanas, mientras hacían el amor notaban
que su colchón quedaba algo levantado. Era ya bastante extraño ver el bulto entre el colchón y la base. Miraban bajo la cama y no
había nada que lo provocará. “Cambiaré el colchón”, decía él muy decidido. Pero no lo hacía.
A pesar de ello, continuaron disfrutando de su cuerpo cada ves que tenían
tiempo; sin embrago, el bulto en su cama comenzaba a moverse de lugar, además su volumen era cada ves mayor, por lo tanto era más incomodo.
Una noche de luna nueva él llevó whisky. Era fin de
semana y el momento perfecto para ponerse “muy bien portándose mal", decían
ellos. Reían, escogían canciones, charlaban, volvían a reír a carcajadas, se
perseguían jugando como gatos en celo ha atraparse por todo el apartamento. Al
engancharse, él no podía esperar a quitarle la ropa para ver que lencería nueva
tenía para mostrar su musa.
Mientras se divertían quitándose la ropa, disfrutando de
sus alientos llenos de licor y deleitándose con el momento más feliz de la vida
de cualquiera: juventud, una pareja que te ama, dinero exacto para vivir sin
lujos pero tranquilos y media de botella de whisky esperándolos; entonces lo oyeron...era una
respiración que no era la de ellos. Sin hacer caso siguieron besándose, rebosando
los labios y la piel al compás de un perfecto coqueteo. Tanto amor, inmensa
naturalidad, habían nacido para estar juntos.
Las manos de él encajaban perfecto en la cintura de
ella. Lo hacían de frente para verse los rostros, nunca volteaban al rededor,
pero…volvieron a escuchar la respiración seca, ahora más fuerte.
Algo los llenó de una insana sensación. Él dejó de
moverse, pero no salió de ella. Escucharon atentos, era un jadeo molesto, una respiración
fuerte y seca. El cuarto quedó helado.
“¿Escuchas?”, comentó quedamente a la señorita, la mujer asintió
con temor y atrajo el cuerpo desnudo de su pareja hacia su feminidad, ahora temblorosa de temor y no de placer. El ruido se hizo más fuerte. De repente, lo oyeron: “Por
favor, por favor, no se detengan, tienen ustedes una energía hermosa”, la áspera
voz en tono elegante se detuvo, ellos se
llenaron de pavor y se quedaron sin palabras.
Cómo el hombre, él debía voltear primero para proteger a su
mujer. Pero era tarde, ella por curiosidad alzó su mirad sobre el hombro de él,
y comenzó a gritar. Casi se desmayaba.
Él se dio la vuelta violentamente, sin dejar de protegerla con su
cuerpo, y se quedó cristalizado de la impresión, era la figura de un
hombre muy robusto, con una cabeza enorme y desproporcionaba a su cuerpo, ya de
por si grande. No tenía parpados, ni labios, se veían sus ojos completamente abiertos
y los dientes pelados.
Lo que más los
horrorizo fue que continuó hablándoles “!Oh no!, en verdad no se asusten, sólo
vengo de muy lejos”, les señaló su antiguo y enorme armario en la habitación, y
continuó “Verán, vengo de otro lugar, una dimensión, un universo, quizás un
cosmos distinto al de ustedes, dónde la energía es lo que importa, eso nos vuelve
locos; bueno, bueno pero vine hasta aquí no sólo por esto, sino por mi pareja,
al parecer ella llegó atraída a su mundo por su energía sexual, ella ama eso. Pues bien, disculpen en verdad estoy apenado, la llamaré y nos iremos, ¿les parece bien?”, ambos
asintieron aterrorizados.
La criatura absorbió aire con sus dientes cerrados y se escucho un siseo que provocó que el bulto en el colchón comenzará a moverse y luego a convulsionarse.
De entre la base y la cama salió una mujer, o lo
que parecía ser una; de piel azulada con la palidez de las carnes muertas, con
la cabeza volteada por completo hacia atrás, ella sólo les sonrío; al acabar de
salir, notaron que no tenía piernas, la criatura femenina se arrastraba con sus fuertes brazos
hacia lo que parecía ser su marido, lo tomó de una de sus manos,ella sacó su lengua y la estiró hasta alcanzar la cara de él y la lamió, a manera
de parecer un beso.
Juntas las criaturas comenzaron a
desplazarse al otro lado de la habitación con sus manos entrelazadas con ternura. Él volteó y le dijo a la pareja humana “No teman, sólo somos
diferentes, nada malo, de otro universo quizás tetradimensional, no lo sé,
amamos su energía sexual, continúen, para nosotros ya es tarde y debemos regresar, buenas lunas”,
abrió la puerta y se metió al enorme y antiguo armario de la pared.
La pareja de personas, sintió como el efecto del alcohol
se acabo, se quedaron boquiabiertos. Y no hallaron explicación a lo que habían visto.
Después de ello, no durmieron ahí nunca más,
no hablaron con nadie sobre ello, y se mudaron a un edificio nuevo, no importó como ni de dónde sacaran el dinero ellos lograron mudarse inmediatamente. Toda su vida, ambos trataron de
olvidar el pavoroso incidente y a la pareja de enamorados tetradimensionales.
Felino Cósmico (Viridiana Santana)