December 24, 2012

Cama de limones


Una de las  comadres de mi prima, cuenta una historia que es bien sabida por todos  en el centro del  viejo pueblo  de Cuautitlán. Hace ya más de cincuenta años vivió en él una hermosa señorita, de esas que parecen que la perfección le sopló en el rostro, y quizás los deseos perversos de Dios diseñaron su fina figura.

Hermosa, preciosa, encantadora y atractiva señorita, sin embargo, la belleza suele ser una maldición; para quienes no la poseen pasan su vida añorando tenerla para ellos mismos, ya sea en una pareja atractiva como símbolo de estatus o, hay otros que por otro lado sólo desean ser agraciados físicamente.

Era típico que por lo sublime  de su forma levantará tanto revuelo en cualquier lugar, dicen que si no fuera por que se volvió absolutamente loca, hubiera ido a grabar películas al lado de Pedro Infante, pero era menor de edad cuando el problema comenzó.

A sus dieciséis años inició con pequeñas migrañas, con el tiempo, eran terribles dolores de cabeza descritos  por ella como clavos que se le incrustaban. Todo lo anterior iba acompañado por sueños repetidos de un hombre con cabeza de perro que le mordía el cuerpo y lastimaba su pecho, al despertar decía que no dejaba de sentir el calor del fuego quemándola desde las sienes hasta los tobillos…todo le olía a chile quemado.

Lo anterior provocó que la señorita fuera llevada a uno de los primeros sanatorios mentales de la Ciudad de México, según  muchos “tenía toda la modernidad de los años cuarenta”… pero, no fue suficiente.

Jamás pudieron diagnosticar nada exacto sobre sus trastornos y cuando la retenían, sólo notaban que sus gritos eran tan insoportables que la encerraban por las noches para así hacer perder sus sollozos con todos los de los demás extraviados mentales.

Los doctores en esa época no pudieron argumentar más que se trataba de un caso muy extraño de esquizofrenia y era casi imposible hacer algo en alguien de estado tan avanzado, a esto sumemos  los  pocos estudios sobre la enfermedad. Sin embargo, algo llamaba la atención de los médicos, describen que desde hace varios años desde que abrió la clínica en el país eran llevadas ahí decenas de señoritas hermosas y sumisas, traídas de distintos pueblos con los mismos síntomas.

Quizás se  trataban de casos de abuso sexual que jamás fueron notificados a las familias, de esta forma las damas los representaban a través de sueños y dolores, para tratar de comunicarlos. Era sólo una aterradora teoría. Como fuera, no tenían ni la más remota idea de lo ocurrido.

Como en todos estos casos, la vida de las muchachas terminaba en tragedia (regularmente después de ser llevadas ahí, sólo vivían unos tres meses más y luego se secaban en un grito que las apagaba para siempre), decidieron dejarla ir para pasar sus últimos meses de regreso en  un rancho del rústico Cuautitlán, al lado de su madre, entre animales de granja y bellos paisajes regionales.

Pasaron quince días cuando la madre mandó a llamar a todos para notificar en una carta lo siguiente: 

“Familia desde hace tiempo ya saben que mi Clarita enfermó gravemente de su cabeza, dicen los señores médicos; pero yo la tengo aquí por que como saben no  falta mucho para el velorio, pero que me perdone Dios, quizás no soy médico, lo admito, pero es mi hija y ella no está enferma. Les cuento que Clara llegó aquí muy mal y me trajeron mil frasquitos con pastillas, que no le he dado (si se me va a morir como decían, no la quiero intoxicada), pero sigo las instrucciones del señor enfermero que ya no ha venido a vernos desde mi descubrimiento. Sepan ustedes Clara grita tremendamente fuerte en las madrugadas, de verdad es un sonido espantoso, sé que es mi hija, pero más que sentir dolor por ella, lloró de miedo pues desconozco que pase con ella. Son tan horribles sus chillidos que los animales del rancho no hacen sólo sus ruidos, lloran junto con ella, es una pesadilla con la que decidí terminar.

Una noche de aquellas dónde solloza Clara, con los animales alborotados, la temperatura bajísima, decidí abrir el cerrojo con paciencia y cautela para no ser lastimada por alguno de los muebles que arroja por ahí  (así es ella se la pasa lanzando los muebles y rompiendo la ropa en todo su cuarto). Supe que no se encuentra enferma pues ella flota por las madrugadas en el centro de la pieza, mientras se retuerce entre gritos y llantos, estos no son sólo suyos, vi lo que por desgracia eran los espíritus de otras diez o quince niñas más, escondidos debajo de su cama, detrás de la puerta, tras los cristales de la ventana, en el ropero, todas gritando con ella, pobres almas.

Así que llevé a su hermana con una bruja de aquí. Ella dijó que un Nahual se la quiere llevar, así que me pidió que la durmiera tres semanas en cama de limones para arrebatarla de él. ¡Y funciona! afortunadamente le sirve, pero los limones se secan con rapidez en una noche;  he usado sacos y kilos de estos, pero ya no me alcanza para más, así que pido envíen dinero o más de estos cítricos a la brevedad; su hermana a mejorado mucho, lo mejor: ya no grita. Espero respuesta, saben que los ama mamá.”

Lo último que supe de todo esto, fue que la hermana que vivía en la Ciudad de México, envío dinero, pero también le escribió: “Madre eso que me cuenta es grave, sé que por allá dónde tú y Clarita viven es muy desolado y aún hay mucho de estos brujos... por eso te creo, pero te aclaró ¡ten cuidado! pues la clínica se deslindo del caso desde que te la entregamos, ningún enfermero te tiene que a ir a verla para llevarle pastillas, cuídense mucho, las amo”.


Por: Felino Cósmico (Viridiana Santana)





4 comments:

  1. mucho éxito en todo lo que hagas, te mando un abrazo lleno de todo mi cariño atte Vico

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  2. lo tomare komo viaje astral .....en si x ke es un nivel en el cual tu subconciente....esta puro y abre esa dimension ke para muchos es desconocida.. o igual komo otra leyenda ..clasica mas.....

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  3. Es un chisme más que trascendió el tiempo, pero ya en serio me da gusto que los haya entretenido gracias por leerlo, me hace sentir muy bien.

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  4. Increíblemente Espeluznante ... De lo mejor que he leído en mi vida... Una estrellita por este gran cuento ... Ya se lo quiero contar a mis nietos :D


    Raul Duke

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